El trabajo que realizamos demanda un porcentaje muy alto de tiempo de nuestra vida, y dependiendo del interés qué cada individuo le confiera se convierte en el centro del diario vivir. En el caso de Directivos, el tiempo dedicado y la carga es aún mayor ya que en su labor se encuentra implícita la responsabilidad del desarrollo y la correcta toma de decisiones. Un trabajador de mando medio tiene más libertad en cuanto al involucramiento de su vida personal en la empresa, pero un Directivo tiene a su alrededor la atención de todos y por lo tanto el conservar su imagen de Directivo es un punto delicado de manejar. Para que un Directivo disfrute de esta presión y estrés dentro y fuera del ámbito laboral, debe tener algo primordial y esencial para el desenvolvimiento de su vida.... esto es la vocación.
Siendo la vocación "anhelos del alma en relación con la vida, como existencia válida y trascendente", el hecho de llevar a cuestas la responsabilidad de una empresa no será una carga sino será un gusto que reconforta y brinda placer, una actividad que ayuda a desarrollar los talentos innatos y éstos sirvan para el servicio de los demás.
"La vocación son los anhelos que nos inspiran, la expresión de nuestros valores".
Al estar al mando una persona que ejecuta libremente los intereses que le producen curiosidad y le llaman la atención, su trabajo se llenará de motivación. Ésta persona podrá innovar fácilmente porque para ésta la intuición e imaginación fluye sin esfuerzo porque son aptitudes que tiene debido a su satisfacción.
Actualmente la búsqueda de un puesto de Directivo se limita a el ansia de poder o la búsqueda de mejores remuneraciones, y no es incorrecto buscar todo esto ni mucho más, sin embargo lo que no sería apropiado es tomar una responsabilidad sin las suficientes actitudes para afrontarla, y por consiguiente tener como resultado un Management insuficiente acarreando empresas mediocres y por consiguiente sociedades atascadas.